Fue allí dónde se enamoró de Laure Gargallo, conocida como Germaine Pichot, una modelo.
«En aquella época las relaciones eran muy abiertas a nivel sexual para ellos.
París suponía un contraste muy grande con lo que habían vivido en Barcelona y les abre unas puertas que habían tenido cerradas», asegura Artur Ramon, autor del libro «Nada es bello sin el azar», publicado por Editorial Elba.
Pero Casagemas estaba tan obsesionado por su modelo que volvería pronto a París.
Profundamente deprimido por el rechazo de Germaine, intentó matarla con una pistola en el parisino Café Hippodrome, hoy Palace Clichy.
Aun así, nadie lo vivió como Picasso, que se obsesionó con ese suicidio hasta el punto de dedicarle varios cuadros en los que recreaba a su amigo muerto o su entierro a la manera de aquel célebre que hizo El Greco para el señor de Orgaz.
Tres meses después Picasso regresa a París, donde ocupa el estudio de su difunto amigo e inicia una relación personal con Germaine.