Tras estudiar en la academia naval de Génova, Persano se unió a la marina sarda en 1821 y ascendió progresivamente en el escalafón naval, participando en las diversas luchas de la unificación italiana desde 1848, llegando a ser nombrado almirante de la flota entre 1860 y 1861, fecha cuando se crea la Regia Marina como fuerza naval del recién creado Reino de Italia.
Pese a la superioridad numérica italiana, la lucha concluye con una completa victoria de la flota austriaca dirigida por el almirante Wilhelm von Tegetthoff.
Apenas concluido el combate, Persano se comunicó con la jefatura del gobierno italiano mediante telégrafo indicando que la flota italiana había resultando vencedora, motivando una primera reacción de euforia en el país.
Degradado del escalafón naval y luego expulsado de la Regia Marina tras su condena, Persano perdió también sus derechos a recibir pensión por los servicios prestados.
Tras su retiro, el almirante en desgracia vivió pobremente, apoyado solo por una subvención pagada "a título personal" por el rey Víctor Manuel II en forma reservada.