Se le considera, después de Schiaparelli, el astrónomo italiano más eminente del siglo XIX.
Su vocación sacerdotal se desarrolla así en contacto con la memoria de los primeros mártires cristianos.
Experto en música gregoriana, ya en 1899 se destacó por sus estudios sobre el Graduale Romanum de Palestrina.
En 1902 fundó, junto con el jesuita Angelo De Santi, la revista Rassegna Gregoriana, que dirigió hasta 1914.
Entre sus colaboradores, como maestros de ceremonias pontificias, se encuentran, en los últimos años, los futuros cardenales Paolo Giobbe, Enrico Dante, Carlo Grano, Giuseppe Antonio Ferretto, Fiorenzo Angelini.