El cardenal norteño es predominantemente granívoro, pero también se alimenta de insectos y fruta.El cardenal norteño es una de las tres especies incluidas dentro del género Cardinalis (junto con el cardenal pardo y el cardenal bermellón) que pertenece a la familia Cardinalidae, la cual está conformada por pájaros que habitan tanto en América del Norte y América del Sur.El cardenal fue una de las muchas especies descritas originalmente por Carlos Linneo en su obra del siglo XIX, Systema Naturae.En 1918, su nombre científico cambió a Richmondena cardinalis en honor a Charles Wallace Richmond, un ornitólogo estadounidense,[3] y en 1983 fue modificado de nuevo, por el actual Cardinalis cardinalis, cambiando el nombre vulgar a "cardenal rojo" o "cardenal norteño" para evitar confusiones con las otras siete especies denominadas cardenales.[4] El color del plumaje de los machos lo producen unos pigmentos carotenoides presentes en su dieta.El macho canta con un silbido fuerte y claro desde la copa de un árbol u otro punto elevado para delimitar su territorio.[17] Ambos sexos cantan patrones de canciones claros, los cuales son repetidos varias veces, y después varían.El cardenal rojo tiene una señal de alerta distintiva, un rápido sonido metálico que suena como 'chip'.La frecuencia y el volumen de estas notas incrementan en proporción a la amenaza.[16] Si el apareamiento es exitoso, esta práctica puede continuar a lo largo del periodo de incubación.[20] Los huevos son blancos, con un ligero tinte verde, azul o café, y están marcados con manchas grises, cafés o lavanda que son más grandes alrededor del extremo más ancho.[20] El macho cuida y alimenta a los polluelos mientras la hembra incuba la siguiente puesta.[18] El cardenal silvestre más longevo registrado vivió al menos quince años y nueve meses, aunque un ejemplar criado en cautiverio llegó a vivir veintiocho años y medio.Se encuentra clasificada como una especie "No amenazada" en la Lista Roja de la IUCN.[15] La población aparentemente permanece estable y no ha cruzado el umbral para ser considerada una especie amenazada, para lo que se requiere una disminución de más del 30 % en diez años o tres generaciones.[15] Alguna vez se le apreció como mascota debido a su color brillante y distintivo canto.
Como parte de su apareamiento, el macho suele alimentar a la hembra.