Todas las naves extranjeras que navegan por estos canales deben obligatoriamente llevar a bordo prácticos chilenos.
Los secundarios son aquellos que sirven para acceder al océano o bien para navegarlos en caso de necesidad; no cuentan con faros y balizas.
Los suelos bajaron su nivel, fragmentándose y en los que penetró el mar en las partes hundidas surgiendo gran cantidad de islas.
Además, la intensa actividad glaciar esculpió profundos valles, que luego del hundimiento originaron los numerosos fiordos existentes en las orillas de los canales.
Existen alturas bastante notables que sirven para reconocer la entrada a los diferentes senos, canales o bahías.
[5] La región es afectada continuamente por vientos del oeste y por el paso frecuente de sistemas frontales.
El verano comienza en septiembre y los vientos empiezan a rondan del NW al SW.
En los meses de diciembre, enero y febrero los vientos ya soplan casi exclusivamente del SW con gran intensidad.
En mayo se observan bravezas de mar que traen mucha marejada.
En la mayoría de los senos, esteros y canales las tierras altas hacen cambiar la dirección del viento verdadero.
En los puertos y fondeaderos que se encuentran a sotavento de las tierras altas, cuando los chubascos que soplan por lo alto encuentran quebradas o valles, bajan por ellos en forma repentina y violenta, a estos chubascos se les conoce como “williwaws”.
[7] Por más de 6000 años estos canales y sus costas han sido recorridas por los kawésqar, indígenas, nómades canoeros.
Desde mediados del siglo XX esos canales son recorridos con seguridad por grandes naves de todas las naciones, gracias a los numerosos reconocimientos y trabajos hidrográficos efectuados en esas peligrosas costas.
El Almirantazgo Británico envió una nueva expedición hidrográfica, esta vez al mando del comandante Robert Fitz Roy.