Tras libertar a los presos de las cárceles locales comenzó su marcha por el Bajío, donde tomó ciudades como Salamanca, Celaya y San Miguel el Grande.
Reclutó muchos hombres para su causa y entonces marchó a Guanajuato, donde trató de intimidar al intendente Riaño para su rendición.
[1] Los insurgentes marcharon entonces a Valladolid, ciudad que fue tomada sin un solo disparo la mañana del 17 de octubre.
La derrota infligida por los insurgentes a los realistas les llevó a un paso de tomar la capital, pero Hidalgo, inexplicablemente, decidió retirarse al Bajío, luego de un serio conflicto con Allende y Aldama.
Las serias rencillas entre los jefes insurgentes ocasionaron que Hidalgo fuera desposeído del mando militar en favor de Allende.