En las mismas suelen llamarse también esquileros deducido del nombre esquila con que en algunos parages se conoce el camarón.
El que llaman salabre, ya sea de figura redonda o casi oval, también se emplea para semejante pesquera con la comodidad de manejarse más fácilmente para volverla a uno y otro lado respecto de que el mango o vara no atraviesa o se halla atada al círculo no obstante de que se aplica a otros muchos usos en varias pescas.
Con estas camberas los pescadores cuando observan que hay peces a poca profundidad, las dirigen casi rastreando el fondo por medio del largo mango a cogerlos de manera que cuando levantan la cambera para sacarla del agua, sale esta por entre las mallas y ellos permanecen aprisionados en la bolsa que forma la red.
Los pescadores que se aplican cuanto es posible en exigir de sus inventos todo el partido que les conviene para mejor asegurar los camarones respecto a la poca concavidad de la red, circunstancia precisa para el más cómodo manejo, han discurrido una adición que asegura la utilidad de su trabajo.
A este efecto en la parte central de la bolsa con más proximidad a la vara arqueada, hacen un agujero del diámetro de diez o doce centímetros como mucho, al que aplican otra pequeña bolsa prolongada.
Cada tipo de cambera por su término sirve para el fin del invento y varían también en los tamaños conforme acomoda a los pescadores.
A la verdad el ejercicio de esta pesca es bastante fatígoso pues exige andar mucho trecho recorriendo las playas, regularmente con agua a la cintura, llevando con empuje violento el arte, que dentro del agua no deja de ser pesado y mucho más si el saco que forma la manga es algo largo como sucede.
Y es que además de causar embarazo suele torcerse y enredarse con facilidad, bien que en estos casos recogen la parte última echándola debajo del brazo izquierdo y de este modo siguen su pesca, pues cuando les entran camarones u otros peces, levantan un poco la cambera y deja que pasen al fondo de la propia manga a cuyo efecto con la mano derecha la saca del agua, dejándolos allí depositados y vuelve a poner debajo del brazo derecho o izquierdo, mudando según le conviene continuar su ejercicio, en el cual se emplean personas de todas edades y sexos para lo que construyen sus artes de tamaño proporcionado a las fuerzas de cada uno.