Cuando los hebreos llegaron a las inmediaciones de Canaán, la tierra que Dios les había prometido, luego de haber huido de la esclavitud en Egipto, Moisés envió doce exploradores (o espías, meraglim en hebreo) a Canaán para investigar y explorar (un espía representando a cada una de las doce tribus).
Sólo dos espías, Josué (de la tribu de Efraín) y Caleb (representante de Judá), regresaron y manifestaron que Dios les ayudaría a que la nación hebrea se asentara en Canaán.
[5] Según el relato de la Biblia, Josué y Caleb fueron los únicos hebreos adultos que trajeron un informe alentador acerca de la tierra de promisión; ambos sobrevivieron la larga travesía por el desierto y pudieron entrar en Canaán, como premio por su fe en Dios.
Esta historia es narrada por el texto bíblico en el Libro de los Números.
"[7] Caleb tenía 4 hijos, 3 varones y 1 mujer[8] Los exploradores Josué y Caleb con el racimo de la Tierra de Promisión