Aunque ya se usaban desde el siglo XIV, los más famosos son los redactados en mayo y junio de 1789, por su importancia en la Revolución francesa.
Los cuadernos de quejas eran de dos tipos: los que se redactaban en parroquias y gremios y los redactados en las bailías (división territorial anterior a los departamentos) que pasaban directamente a los Estados Generales.
[1] Los cuadernos redactados por los nobles y el clero reflejaban su intención de continuar manteniendo sus privilegios, aunque también eran conscientes de la injusticia del sistema fiscal y en algunos casos criticaban la monarquía absoluta.
En los cuadernos del Tercer Estado redactados en su mayoría por representantes de la burguesía se plantearon mayores críticas a la estructura del Antiguo Régimen y surgieron las demandas de libertad de expresión, libertad económica, eliminación del régimen feudal y sus abusos, igualdad ante la ley y la doble representación en los Estados Generales.
Apelaban a un legislativo que recortara los poderes de éstos y donde ellos tuvieran un papel principal.
Reclamaban que en los Estados Generales existiera una sola asamblea donde se votase por cabeza y no por estamento.
Os suplicamos, Señor, que establezcáis escuelas gratuitas en las que podamos aprender los principios de nuestra lengua, la religión y la moral (...) Pedimos salir de la ignorancia, dar a nuestros hijos una educación acabada y razonable para formar siervos dignos de serviros".
[7]Apenas se plantean reivindicaciones políticas porque tampoco hay muchas mujeres conscientes de su importancia.