El cónclave en el cual se eligió a Alejandro VI como pontífice de la Iglesia católica entre 1492 y 1503 estaba compuesto por veintisiete cardenales; dos de ellos eran cardenales “in pectore”, o sea elegidos, pero no proclamados; el cónclave los aceptó en su seno, como se había hecho en otras ocasiones.
[1] Entre los más “papables” encontramos en primera instancia a Caraffa, Costa y Ardicino della Porta, como luego se habló de Zeno y Piccolomini, sin embargo, Giuliano della Rovere era apoyado por Francia y Génova quienes tenían trescientos mil ducados oro depositados en Roma para usarlos en favor de su elección como también el rey de Nápoles le apoyaba con sus tropas a las puertas de Roma.
En la primera votación, los más nombrados fueron Caraffa y Costa; en la segunda esta tendencia cambió hacia della Rovere y Ascanio Sforza, este último apoyado por Borgia pero debido a que su hermano Ludovico “El Moro” Sforza tenía grandes ambiciones para con la “Ciudad Eterna”, Sforza decidió dar su apoyo al vicecanciller quien finalmente le habría acompañado, no obstante, si Sforza no podía ser electo con el apoyo de Borgia, difícilmente este último podía ser electo con el apoyo de Sforza.
Debido a dichas razones el vicecanciller no intentó siquiera presentar su nombre, puesto que los otros dos cardenales españoles no se encontraban en el cónclave.
Supuestamente algunos consideran simoniaca la elección, no obstante, si lo hubiese sido, el cardenal della Rovere habría sido electo por el apoyo de grandes Estados más ricos que cualquier otro individuo.