El interregno duró dos años, en los que el trono de San Pedro permaneció vacante debido a la división existente en el cónclave reunido en Carpentras.
La facción italiana deseaba que el papado regresara a Roma, la facción gascona—compuesta principalmente por los parientes del papa precedente, Clemente V, deseaban conservar los privilegios y poderes de los que habían disfrutado sobre su gobierno, y los franceses provenzales se oponían tanto a las pretensiones de los gascones como los italianos.
[1] Entre los cardenales electores había un número inusualmente alto de cardenales nepotes por dos razones: el pontífice anterior, Clemente V, había establecido un récord del número de cardenales nepotes elevados por un solo pontífice-para ser rápidamente batido por el papa Clemente VI—y Clemente V había reinado lo suficiente para que los únicos papas italianos supervivientes eran aquellos elevados a una edad joven, quienes tendían a ser parientes de quien los elevaba al cardenalato.
[2] De haber tenido lugar el cónclave conforme las normas prescritas por Clemente V en Ne Romani (1312) y el papa Gregorio X en Ubi periculum (1274), los cardenales electores tendrían que haberse reunido en la diócesis donde la Curia residiera (el lugar donde las cartas y las causas apostólicas se celebraban), y los magistrados locales habrían tenido la autoridad de obligar a los cardenal a permanecer.
[5] Felipe V amenazó a los cardenales con dejarlos sin comida si no se ponían de acuerdo.
[3] El impulso para romper el bloqueo fue una disputa entre Napoleone Orsini y Pietro Colonna, después de la cual este último dio su apoyo a los gascones.