Céfalo

Tras el desafortunado fin que tuvo su primer amado mortal, Orión, Eos se encaprichó de Céfalo.

Para dejar que se convenciese por sí mismo, Eos dio a Céfalo la forma de un forastero, y bajo esta apariencia lo dejó marchar para que probase la castidad de su mujer.

[8]​[9]​ Mientras tanto, Procris, avergonzada, huyó hasta Creta, donde el rey Minos la sobornó para que fuera su amante regalándole a Lélape, un perro infalible en la caza, y una jabalina que nunca erraba en el blanco, ambos regalos de Artemisa.

Así, ambos esposos se reconciliaron, y tuvieron un hijo llamado Arcisio, que sucedería a su padre como gobernante de su reino.

[10]​ Pero la despechada Eos no perdonaría ser abandonada por Céfalo y lo maldijo amargamente, poco antes de que comenzase a buscar un nuevo amor.

Esta maldición se materializó a través de Artemisa, a la que no le había gustado nada que sus preciados regalos (el perro y la jabalina) fueran objeto de un tráfico tan inmoral.

Céfalo estaba un día sentado junto a un árbol, acalorado tras una cacería, cantando un pequeño himno al viento (Aura).

Mientras moría en sus brazos, le dijo que «por nuestros votos nupciales, por favor no te cases nunca con Aurora».

Céfalo y Eos por Pierre-Narcisse Guérin .
Céfalo y Procris, Paolo Veronese , c. 1580.