En teoría, un impacto de torpedo rompería esa estructura, procediendo a inundarse el interior del bulge, disipando de este modo el impacto y absorbiendo la potencia explosiva, dejando a salvo la estructura del casco principal.
Transversalmente, el bulge estaba dotado de compartimentos estancos, que limitaban la inundabilidad del mismo a la zona dañada por el torpedo.
El Grafton fue torpedeado en 1917, y aparte de algunos daños menores, el daño se vio confinado al área del bulge, permitiendo al buque llegar a salvo a puerto.
El Edgar fue impactado en 1918, y esta vez el daño se limitó al abollado de las placas del viejo buque.
Los bulges causaron una reducción en la velocidad de los buques, que está relacionada directamente con la eslora e inversamente con su manga.