Este mandó una carta unos días antes a la Casa Real lamentando el reducido tamaño de la iglesia.
Murieron veintitrés personas entre las que se encontraba la marquesa de Tolosa, hija del marqués de Perales, y su hija, que admiraban el desfile desde un balcón cercano, miembros de la guardia real y personas que admiraban el desfile.
El collar del Toisón de Oro del rey se partió y se le rompió el uniforme a la altura del pecho, ya que un trozo de la bomba entró en la carroza, quedando incrustada en el asiento.
Este trozo se lo entregó la reina María Cristina a su cuñada la infanta Paz, quien mandó crear con él una placa votiva para Nuestra Señora de Altötting.
A pesar de este funeral, el resto de celebraciones continuaron y el monarca así lo demostró con un paseo por la ciudad en coche descubierto.