Stewart obedeció, llevaba en la mano su pase de prensa, pero, al acostarse, el guardia le dio una fuerte patada en las costillas.
Luego, el mismo guardia dio un paso atrás y le disparó con su rifle detrás de la oreja derecha, asesinándolo en el acto.
Luego, los guardias ordenaron al camarógrafo Jack Clark y a Jim Cefalo, técnico de sonido del equipo de Stewart, que recogieran el cadáver del periodista y se marcharan.
UU., dijo condenar el suceso y presentó como chivo expiatorio al cabo Lorenzo Brenes.
Las imágenes del crimen de Stewart conmocionaron a la comunidad internacional y enfurecieron al pueblo estadounidense.
El presidente Jimmy Carter calificó el hecho como «un acto de barbarie» y le retiró su apoyo al régimen somocista, cuya impopularidad tanto dentro como fuera del país ya se había visto acrecentada tras el asesinato del periodista opositor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en 1978, lo que facilitó el triunfo de la Revolución Sandinista un mes más tarde.