[1] La infancia de Lizzie, como le llamaba su familia, transcurrió en una pobreza extrema, cuya dureza y privaciones reflejaría en su novela más conocida.
[2] El horario nocturno de su trabajo como teletipista permitió a Lizzie reanudar sus estudios, asistiendo entre los 19 y los 21 años al prestigioso instituto femenino Girls’ High School, donde fue redactora jefe del periódico escolar.
Aprovechando la práctica adquirida, logró en 1928 un modesto contrato con un syndicate o agencia para escribir un artículo semanal, que luego era distribuido a los periódicos abonados.
En Yale, Betty conocería a Robert Finch, otro autor dramático, que se convertiría con el tiempo, según confesión propia, en “el amor de su vida”.
y volvieron los problemas económicos; sólo una beca de la Fundación Rockefeller le permitió continuar viviendo en Chapel Hill.
: fue rápidamente traducida a dieciséis lenguas distintas y se editó incluso al otro lado del “Telón de Acero”.
La recepción crítica también fue elogiosa; muchas reseñas apostaron por Un árbol crece en Brooklyn para el Premio Pulitzer de 1944, que sin embargo ganó Martin Flavin por Viaje en la oscuridad.
El éxito arrollador de la novela determinó una rápida adaptación cinematográfica, estrenada en 1945 con el mismo título (en España con el de Lazos humanos) y que fue la primera película dirigida por Elia Kazan, con James Dunn, Dorothy McGuire, Joan Blondell y Peggy Ann Garner en los papeles principales.
Después de Un árbol crece en Brooklyn, Betty Smith publicó otras cuatro novelas: Mañana puede ser un gran día (1948), Maggie-Now (1958) y Joy in the morning (1963).