Más que la olímpica Artemisa, Bendis quedó como una diosa nocturna, conectada con Hécate.[1] Su culto fue introducido en el Ática, cuya llegada suele relacionarse con el hecho de que en esa época (431 a. C.) existían buenas relaciones entre Atenas y el rey odrisio Sitalces y con la posible existencia de una colonia tracia en El Pireo, pues el lugar del culto se estableció en Muniquia, cerca del santuario de Artemisa, divinidad con la que tendía a asimilarse.Entre los eventos había lampadedromías (carreras de antorchas nocturnas), mencionadas en Platón, La República , 328:Los atenienses podían haber perseguido el culto de Bendis al igual que los tracios dionisíacos se deleitaron con Cotis, mencionado por Esquilo.Las arcaicas figuras de culto que se han hallado en excavaciones en Tracia o Bulgaria tienden a identificarse con Bendis.
Bendis con su gorro tracio se acerca a Apolo sentado.
Crátera
de
figuras rojas
modelada por el Pintor de Bendis,
ca.
380–370 a. C.