[4][5] Según Tito Livio, Catón utilizó la frase en 195 a. C., durante la conquista de Hispania, cuando rechazó comprar suministros adicionales para su ejército en la península ibérica.
[7] En 1625, Albrecht von Wallenstein prometió al sacro emperador romano Fernando II levantar un ejército y financiarlo él mismo.
[8] Fernando permitió a Wallenstein explotar los territorios ocupados[nota 1] con la advertencia de que no podría recaudar dinero por la fuerza sin su aprobación.
[8] Posteriormente, todos los ejércitos participantes en la guerra adoptaron el principio de bellum se ipsum alet.
[9] Los territorios afectados a menudo se arruinaban y se veían en la necesidad de pedir dinero prestado para satisfacer las demandas militares durante la Guerra de los Treinta Años, y por ello muchas comunidades alemanas permanecieron endeudadas hasta el siglo XVIII.