Baal puede ser entendido como un título, en ese sentido significa "señor", o como el nombre de un determinado dios.
Esta tentación, según textos posteriores, se debió a una sugerencia del profeta Balaam, llamado por el rey Balac de Moab para maldecir a Israel desde la cima del mencionado monte, pero que terminó bendiciéndolo.
Aceptó el rey y las mujeres moabitas (madianitas en otra versión) sedujeron a los varones israelitas, llevándolos al culto de Baal Pe'or.
[4] En este caso, la leyenda contenida en el Libro de los Números y la creencia de que los dioses paganos eran demonios se combinaron para convertir a esta divinidad moabita, cuyo culto todavía existía según los tanaítas,[5] en el demonio Belfegor.
Este sentido es probablemente la fuente de las tradiciones talmúdicas que asocian a Ba‘al Pe‘or con la desnudez y los excrementos.
[8] Finalmente, los libros destinados a perseguir la herejìa y la brujería, también suelen contener una especie de ¿quién es quien?
[11][12] Belfegor aparece en las ilustraciones como un demonio robusto con rostro de anciano, nariz grande, barba larga, cuernos y garras.
Siempre se lo representa sentado en una especie de trono que, en realidad, es una letrina.
Peter Binsfeld, obispo alemán del siglo XVI, asignó un demonio principal a cada uno de los siete pecados capitales.
[15][16] El escritor francés Arthur Bernède publicó en 1927, Belphégor, le fantôme du Louvre, una popular novela de terror.