Enfrentó a una armada estadounidense al mando de Oliver Hazard Perry que contaba con nueve embarcaciones y 54 cañones contra una flota británica de seis barcos con 63 cañones al mando del Comodoro Robert Heriot Barclay.
[1] Se reunieron dos ejércitos en la frontera para invadir el norte pero las cosas fueron mal para los estadounidenses que fueron rechazados.
El presidente James Madison ordenó a la marina construir escuadras que le diesen la superioridad en ambos lagos.
Las dos partes contaban también con varias lanchas a velas y de remos, con un solo cañón en proa.
La escuadra británica estaba dirigida por Robert Heriot Barclay, un veterano que había servido bajo el mando de Horacio Nelson que había luchado en la batalla del Nilo y en la batalla de Trafalgar y que había perdido un brazo en servicio a su país.
Además todos los hombres del barco estaban muertos o heridos a excepción de ocho hombres que solo podían atender a un cañón entre los que se contaba el almirante Perry.
[3] El almirante se trasladó con una barca al Niagara para lo que tuvo que pasar a poca distancia de la línea británica, y aunque permaneció en desafiante en pie sirviendo de blanco a los marineros británicos no recibió ninguna herida.
[1] Al final con Barclay desmayándose por la pérdida de sangre la flota británica se rindió.