Batalla del Salado

En 1269, la debilitada dinastía almohade sucumbió ante otra tribu bereber emergente, los Banu Marin («benimerines» para los castellanos).

Desde su capital en Fez, esta tribu originaria del sur de Marruecos pronto dominó la mayor parte del Magreb, llegando por el este hasta la actual frontera entre Argelia y Túnez.

Sin embargo, una serie de rebeliones en el Rif retrasaron la campaña contra Castilla hasta 1294, año en que los benimerines asediaron Tarifa sin éxito debido a la tenaz resistencia ofrecida por Guzmán el Bueno.

A pesar de ello, desde su base en Algeciras, los musulmanes sitiaron Gibraltar (ocupada por los cristianos en 1309, precisamente como medida preventiva ante las invasiones meriníes) y la reconquistaron en 1333.

Esta accedió a enviar en 1339 una flota de guerra mandada por Jofre Gilabert de Cruilles, pero tras una operación en Algeciras, el almirante aragonés resultó herido por una flecha y su flota se dispersó.

Siguió entonces un ataque de los benimerines contra la escuadra castellana, con un resultado catastrófico para esta: todos los barcos, excepto cinco que pudieron refugiarse en Cartagena, fueron destruidos por los musulmanes y Tenorio hecho prisionero y decapitado.

Al conocer el desastre, Alfonso XI decidió entonces jugar su última carta enviando a su mujer, María de Portugal, para que pidiera ayuda al padre de esta.

Alfonso IV, al mando de sus jinetes, logró romper la barrera de las filas enemigas, lo que desató el pánico y causó la derrota del bando granadino.

LXXXIII), llevando por ello el mote "Ave María" a su escudo.

La Batalla de El Salado.
Anónimo, s. XVII. Real Monasterio de Santa María de Guadalupe .
Padrão do Salado mandado a construir por el rey Alfonso IV de Portugal para conmemorar la victoria de las tropas cristianas