Batalla de Alcazarquivir

Esta batalla está en los orígenes del mito del sebastianismo, esto es, la idea de que el rey Sebastián, fallecido en dicha batalla, había de volver algún día a regir la nación portuguesa.

Esta política no sólo había sido bien vista por la clase mercantil burguesa de Portugal, a la que apoyaron, para beneficiarse de los recursos del área (principalmente oro, ganado, cereales y azúcares), sino también por la nobleza.

Hasta la fecha, las acciones militares portuguesas en África se habían limitado a algunas expediciones de castigo y razias.

Pese a múltiples consejos contrarios a embarcarse en tal empresa, entre ellos los del gran poeta y militar Francisco de Aldana, a quien había puesto como asesor suyo su tío el rey de España Felipe II, don Sebastián acudió en auxilio del depuesto sultán saadí, tras asegurarse en 1576 el apoyo económico de Felipe II, que aportó al proyecto numerosas tropas, jinetes y carruajes y consiguió además apoyo de otros países europeos como el Sacro Imperio y estados itálicos, gastándose en ello gran parte del tesoro portugués.

Para detener esta estampida de sus fuerzas, el debilitado sultán Abd el-Malik montó su caballo por última vez y momentos después murió con el esfuerzo.

Su muerte está oculta hasta el final de la batalla, gracias a un renegado cordobés, Sulayman del Pozo.

Los nobles que lo acompañaron a caballo se contentan con continuar la lucha hasta el final, con el rey arengándolos: "¡Muere, sí, pero despacio!"

La muerte de don Sebastián dejó al país portugués inmerso en un gran desconcierto, en bancarrota y con un vacío político que su sucesor, su tío el cardenal don Enrique, intentó llenar sin conseguirlo, con lo que aconteció la crisis dinástica que solucionó Felipe II al ocupar el país como nuevo rey de Portugal, creándose así nuevamente la unión ibérica en la historia -después de los romanos y visigodos- y dentro de la Monarquía Hispánica.

Todo esto fue escrito en una Meguilá, rollo en pergamino manuscrito, del que aun existen algunos ejemplares en Israel, y probablemente en otros países.

Son leídas en las sinagogas y en los hogares en el día que llaman como “Purim Sebastiano”, o “Purim de Sebastian YSV” (abreviatura de “Que desaparezca su nombre y su memoria”).

Retrato de Sebastián de Portugal