La Flota de Alta Mar alemana permaneció a refugio en la costa norte de su país mientras que la Gran Flota británica se mantuvo en el Mar del Norte septentrional.
[2] Los británicos elaboraron un plan para emboscar a los destructores alemanes en una de sus patrullas diarias,[3] para lo cual enviaron una flotilla de 31 destructores y dos cruceros bajo mando del comodoro Reginald Tyrwhitt, acompañada por los submarinos dirigidos por el comodoro Roger Keyes.
[4][5] En la batalla fueron hundidos tres cruceros ligeros y un destructor alemanes, otros tres cruceros ligeros resultaron dañados, 712 marineros murieron, 530 resultaron heridos y 336 fueron hechos prisioneros.
[8][9] Públicamente, el vicealmirante Beatty fue reconocido como un héroe, aunque apenas participó en la acción y planificación del ataque, que en realidad fue liderado por el comodoro Tyrwhitt e ideado por éste y por Keyes, quien se había encargado de convencer al Almirantazgo británico.
[10] El efecto sobre el gobierno alemán y en particular sobre el káiser Guillermo II llevó a que se restringiera la libertad de acción de la flota alemana, a la que se ordenó permanecer en puerto y evitar cualquier contacto con fuerzas superiores en los siguientes meses.