Mientras algunos grupos vikingos saqueaban las poblaciones costeras, Medina Sidonia y Cádiz entre otras, el grueso de la flota remontaba el Guadalquivir.
Tras saquear Sevilla durante una semana, los vikingos siguieron internándose.
Fue entonces cuando el emir, Abd al-Rahmán II, organizó un ejército para defender la ciudad.
[2] Después de la batalla, los supervivientes nórdicos que escaparon saquearon Niebla y siguieron rumbo hacia la costa noroccidental de África.
Otros fueron hechos prisioneros y forzados a servir en la guardia del emir, asentándose cerca de Sevilla donde un siglo después sus descendientes fueron célebres por sus quesos.