El primer choque fue desastroso para las tropas de Albuquerque, cuyo flanco izquierdo estaba menos fuertemente guarnecido.
[5] Liderada por el propio barón Molinghem, la caballería abrió brecha en el centro del dispositivo portugués, ya desorganizado por la huida hacia los bosques cerca de Xévora, y tomó la artillería portuguesa.
[4] Un valiente funcionario francés al servicio de João IV, Lamorlé, al ver que había muerto el caballo de Albuquerque y este se encontraba luchando a pie, le dio sin vacilar su propia montura.
[4] João da Costa colocó en batería todas las piezas de artillería, exactamente en el punto más propicio, y ametrallaron vigorosamente al enemigo, impidiéndole reagruparse.
[7] Madrid, por el lado contrario, mostraría recocijo por la victoria de las tropas españolas y el resultado del enfrentamiento, que tuvo gran repercusión en las cortes europeas.