Batalla de Dan-no-ura

En 1167 era gran ministro y su hija una nyôgo, es decir una esposa imperial que daría luz al futuro emperador, Antoku Tennō.

A partir de aquel momento, Kiyomori se vio obligado a intrigar para sofocar las rebeliones surgidas en los círculos del emperador retirado, lo que aprovecharon los Genji para intentar hacerse con el poder.

La flota Taira se dividió en tres escuadrones, mientras que sus enemigos llegaron en masa con sus arqueros preparados..[1]​ El principio, antes de que la flota Taira tomara la iniciativa, la batalla consistió principalmente en un intercambio de arqueros a larga distancia.

Sin embargo, las corrientes cambiaron dando la ventaja nuevamente a la flota Minamoto.

Los arqueros Minamoto concentraron su atención en los timoneles y remeros del barco del Emperador, de la misma manera que lo hicieron con el resto de la flota, dejando a los barcos sin control.

Fieles a su amor propio y al sentido del honor, prefirieron una muerte gloriosa a la vergüenza de caer prisioneros y ser vilmente ejecutados, de modo que se suicidaron.

A esto le siguió una serie de atrocidades y carnicerías.

Por todo el país, los Heiké supervivientes, incluidos los niños, fueron degollados o ahogados.

Al no conseguirlo, envió un ejército contra él hasta su refugio en las Marcas del Norte, junto a los Fujiwara.

Progreso de la batalla de Dan-no-ura. Los barcos del clan Taira (en rojo), estaban esperando los barcos comandados por Minamoto no Yoshitsune (en blanco) cerca del estrecho de Shimonoseki, entre Honshu (arriba) y Kyushu (abajo). Adicionalmente había un respaldo del clan Minamoto en Kyushu comandado por Noriyori .
Arriba: Posición de los dos frentes al comienzo de la batalla.
Centro: El flujo de la marea , que iba en dirección este (en color azul) estaba favoreciendo al clan Taira, y estaba comprometiendo a Yoshitsune a un retroceso de sus fuerzas.
Abajo: A medida que pasaban las horas, el flujo de la marea cambió en la dirección oeste y fue aprovechado por Yoshitsune, replegando a los Taira hacia el estrecho y derrotándolos de manera definitiva.