Allí establecieron un pequeño cuartel militar y se reunieron con otros cabecillas cristeros.
[2] El general Miguel Hernández lideró un ataque por el norte contra las fuerzas federales posicionadas alrededor de la ciudad, mientras que los padres Vega y González ubicaron a sus hombres en el oriente para evitar un posible asedio.
Su partida dejó una brecha en el liderazgo cristero, aunque la lucha continuó con otros líderes al mando.
Sin embargo, después de otros enfrentamientos, el gobierno mexicano lanzó una ofensiva que logró debilitar la rebelión cristera.
La situación empeoró para los rebeldes hasta la llegada en julio de 1927 del general Enrique Gorostieta Velarde, quien se unió a la lucha contra el gobierno y asumió su liderazgo.