La derrota bizantina permitió el brutal saqueo de Amorio que tuvo lugar pocas semanas más tarde.
Cuando en el 829, el joven Teófilo (829-842) ascendió al trono bizantino, los intermitentes conflictos con los árabes habían durado ya casi dos siglos.
[2][8] Según las crónicas, los soldados de al-Mu'tásim que participaron en la campaña escribieron la palabra «Amorio» en sus escudos y pendones.
[8] La columna meridional, la principal, iría encabezada por el propio califa, atravesaría las Puertas Cilicias para entrar en Capadocia y se dirigiría hacia Ancira.
Algunas unidades bizantinas, por el contrario, mantuvieron el orden en sus filas y se retiraron a un lugar llamado Quiliokomon.
[2][12][14] Según las fuentes, el emperador salvó la vida gracias a la intervención tanto del doméstico Manuel —gravemente herido y posiblemente muerto poco después— como de Teófobo.
[2][12][14] La situación del emperador se tornó precaria tras la derrota, y llegó a rumorearse que había fenecido en el combate.
[14] Una vez reunidos los dos ejércitos abasíes, marcharon contra Amorio sin encontrar resistencia en su avance; la ciudad cayó tras dos semanas de asedio.
Se calcula que solo la mitad de sus setenta mil habitantes sobrevivieron al brutal saqueo; fueron vendidos como esclavos.
Cuando los rumores de la muerte del soberano alcanzaron la capital bizantina, algunos propusieron a Teófobo, emparentado con aquel mediante matrimonio y parece que iconodulo, como su sucesor.
Sí tuvieron una importante consecuencia religiosa: sirvieron para desacreditar la iconoclastia, que se había mantenido hasta entonces gracias a las victorias militares imperiales.
[19] La batalla sirvió también como ejemplo de las dificultades que el Ejército bizantino tenía cuando se enfrentaba a arqueros montados; en los siglos vi y vii, por el contrario, las fuerzas armadas del imperio habían logrado hacerlo sin problemas.