La batalla fue decisiva para afianzar el poder de los vikingos en la isla, y una clara derrota para los reinos vecinos que perdieron a todos sus reyes en el campo de batalla.
[1] La pérdida de Dublín no evitó que los vikingos siguiesen con sus actividades, reforzando y fortificando otros asentamientos como Waterford en 914 y al siguiente año también Limerick.
Ragnall desembarca en Waterford y Sitric en Cenn Fuait (Leinster).
La crónica Cogad Gaedel re Gallaib menciona que hubo otros nobles y reyes involucrados en la alianza, al menos una docena al margen de Niall Glúndub murieron en la contienda, aunque los anales contemporáneos citan a los seis más notables.
[8] La victoria fortaleció la posición del reino de Dublín, pero no amedrentó la beligerancia de los reinos nativos que todavía tendrían capacidad para enfrentarse a los vikingos al año siguiente, liderados por Donnchad Donn, hermano del rey Conchobar mac Flainn y nuevo gran rey de Irlanda.