Los productos electrónicos usados que se destinan a la restauración, reutilización, reventa, reciclaje de rescate mediante recuperación de material o eliminación también se consideran desechos electrónicos.
[1] De acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) un desecho electrónico es todo dispositivo alimentado por la energía eléctrica cuya vida útil haya culminado.
[3] Existen diversos daños para la salud y para el medio ambiente generado por varios de los elementos contaminantes presentes en los desechos electrónicos, en especial el mercurio, que produce daños al cerebro y el sistema nervioso; el plomo, que potencia el deterioro intelectual, ya que tiene efectos perjudiciales en el cerebro y todo el sistema circulatorio.
Mientras el celular, el monitor y el televisor estén en su casa no generan riesgos de contaminación.
[7] Adquirir un nuevo equipo informático es tan barato que abandonamos o almacenamos un ordenador cuando todavía no ha llegado al final de su vida útil, para comprar otro nuevo, desconociendo el enorme coste ecológico que comporta tanto la producción como el vertido de ordenadores.
Cuando estos compuestos son fundidos liberan toxinas al aire, tierra y agua.
Otro problema es que suelen llevarse a los países del tercer mundo porque es rentable.
La ONU estima que el 80 % de la basura tecnológica generada en todo el mundo se exporta a países tercermundistas donde no existe ninguna regulación.
El transporte o entrega directa a chatarrerías no autorizadas así como la recepción de estos residuos sin la documentación legal están penadas duramente bajo grandes multas.
Un informe del Grupo de Gestión Ambiental de las Naciones Unidas enumera los procesos y acuerdos clave realizados por varias organizaciones a nivel mundial en un esfuerzo por gestionar y controlar los desechos electrónicos.