Encerrado entre Bizancio y los Estados latinos de Oriente, el principado apenas le sobrevivió cuatro años.
Sus orígenes son mal conocidos y, aunque en ocasiones es descrito como un jefe de bandidos,[1] sus vínculos con los Catolicós (cf.
Tras ello, tuvo que rechazar una primera agresión selyúcida en 1107 y una segunda en 1108;[12] ambos éxitos le aureolaron de gloria entre los armenios.
El tratado de Devol, en 1108, modificó la situación y Bizancio pasó a ser quien amenazaba ahora la Eufratensis armenia.
Basilio se unió entonces a los príncipes cruzados contra Mawdud ibn Altuntash, atabeg de Mosul.