Fue enviado a la Abadía de Chatrices, en Champagne, para estudiar retórica y filosofía.
Pero los roces con sus compañeros le impulsaron a dimitir en 1772 como bibliotecario y tomar un alojamiento separado.
Publicó en 1773 el Supplément à l’Histoire de l’imprimerie, par Prosper Marchand, obra sin duda no exenta de errores pero que revela al menos una erudición prodigiosa y un gran talento investigador.
Tomó un modesto alojamiento en el faubourg Saint-Jacques, y se consagró con ardor al estudio para distraerse de los sucesos que le rodeaban.
El bibliógrafo español Antonio Laserna, bibliotecario en Bruselas, le ofreció su puesto, pero François de Neufchâteau, entonces ministro del interior, rehusó tan generosa oferta y en cambio le concedió una pensión de dos mil cuatrocientos francos.