Rafael de Amat y de Cortada
Para la historia de la alimentación, el Calaix de sastre es una fuente valiosa porque el Barón concedía enorme atención a lo menjar bé i beure millor.Sabemos que estudió en el colegio jesuita de Cordellas, al que fue siempre fiel y demostró enseguida una gran afición por la asistencia a las ceremonias religiosas.Con los años, la Casa será conocida como Palacio Maldá donde se ubican actualmente las galerías comerciales del mismo nombre.El Barón llevó una vida de ocioso pero curioso por cuanto sucedía a su alrededor, asistiendo a todas las celebraciones y fiestas que podía, salvo cuando su hipocondría o el temor a los frecuentes desórdenes bélicos que agitaron su época se lo impedían.La "Guerra Gran" o Guerra del Rosellón (1793-1795) le despertó una gran animadversión contra los franceses, en especial contra todo lo relacionado con la Revolución francesa de 1789.No tenemos ilustraciones que nos muestren cómo era Rafael de Amat físicamente, pero él mismo nos deja algunos detalles en su dietario.Así, los truenos le provocaban pánico en su juventud y, aunque con la edad consiguió que disminuyera la influencia del tiempo en su estado de ánimo, escribe diversas veces que cuando llovía perdía el humor.Los banquetes y las comidas festivas son siempre descritos con mucha minuciosidad.En cambio, le parecía de mala educación fumar en pipa, como era costumbre en su época.También se confiesa adicto al chocolate deshecho, considerado en la época como un estimulante de consumo muy extendido entre la nobleza; tomaba dos tazas al día, una por la mañana y otra a media tarde.Al igual que los otros nobles, mantiene una estrecha relación con la Iglesia, siempre se hace acompañar por un sacerdote.Esta obra se compone de todos los acontecimientos, ya sean banales o trascendentales, sucedidos durante esos 50 años.[3] Sin embargo, la propuesta se desestimó y la calle paso a denominarse «Carrer del Duc», sin más (en español: calle del Duque).