Esto permite disparar a un ritmo mucho más rápido en comparación con una ballesta normal.
[2] La chu-ko-nu fue introducida en Corea por el rey Sejong el Grande (1418-1450), que durante un viaje a China vio el arma y quedó impresionado por su funcionamiento.
La chu-ko-nu, sin embargo, no tenía el poder ni la exactitud de una ballesta común.
Había también una versión pesada que usaba dos cubiertas; así se duplicaba el número de flechas disparadas.
La versión más grande requería de dos manos para hacerla funcionar, por lo que fueron montadas sobre los muros o paredes.