Esto difiere de la autoeficacia, definida por el psicólogo Albert Bandura como "la creencia en la capacidad de tener éxito en situaciones específicas o realizar una tarea"[4] y, por lo tanto, es el término que se refiere con mayor precisión a la autoconfianza específica.
Estos dos tipos de autoconfianza están correlacionados entre sí, y por esta razón se pueden combinar fácilmente.
[6] Con la llegada de la Primera Guerra Mundial, los psicólogos elogiaron la autoconfianza como un gran antídoto contra la tensión nerviosa, el miedo y el terror.
[8] Durante la Gran Depresión, Philip Eisenberg y Paul Lazerfeld notaron cómo un repentino cambio negativo en las circunstancias, especialmente la pérdida de un empleo, podría llevar a una menor autoconfianza, pero más comúnmente si la persona desempleada cree que la culpa del desempleo es suya.
También señalaron que si los individuos no tienen un trabajo lo suficientemente largo, se vuelven apáticos y pierden toda autoconfianza.