Oficial por tradición familiar, y homosexual confeso, reconoció muy pronto su propia vocación literaria, a la que se dedicó con fervor casi religioso.
En 1824 fue a Venecia y en 1826, fascinado por el ideal clásico, abandonó Alemania por la Italia meridional.
Admirado por Goethe y detestado por Heine, concentró su inquietud en obras poéticas refinadas constreñidas por formas clásicas como la oda, el soneto etcétera, en versos suntuosos de extraña belleza.
En sus comedias explotó una menos feliz vena satírica, polemizando contra la cultura germánica contemporánea.
Entre los amores de Platen estuvo en 1822 Justus von Liebig (1803-1873),[2] célebre químico.