Athrabeth Finrod ah Andreth
Posiblemente es el relato de Tolkien que más refleja sus profundas convicciones católicas.Andreth asevera que Eru (que en este contexto es el nombre élfico del Dios cristiano) creó originalmente a los hombres como seres perfectos y destinados a la inmortalidad pero, seducidos por Morgoth (el Maligno, o sea, Satanás), fueron privados de ese destino.Finrod se muestra escéptico y gentilmente argumenta que no es posible para Morgoth modificar la naturaleza original con la que Eru Ilúvatar concibió a los Hombres, quienes confunden la muerte con el temor.En el contexto del pensamiento católico del autor, queda claro que el dilema planteado sólo puede ser resuelto a partir de la glorificación del cuerpo que, según la doctrina católica, es el destino último de los seres humanos, habiendo sido Jesucristo el primero en haber alcanzado ese estado, que será el de la humanidad redimida tras el Juicio Final.Finrod, sin pronunciarse sobre tal tradición, insta a su interlocutora a considerar la Esperanza (Estel en élfico) como algo no basado en la experiencia, sino como un acto de pura confianza.