[2] Los supervivientes del asedio se convirtieron en héroes nacionales y los líderes de Leningrado volvieron a ganar mucha influencia en el gobierno central soviético en Moscú.
Después, el Partido Comunista formuló acusaciones formales que fueron firmadas por Malenkov, Nikita Jruschov y Lavrenti Beria.
Las autoridades municipales y regionales de Leningrado fueron rápidamente ocupadas por comunistas favorables a Stalin trasladados desde Moscú.
Varios políticos importantes fueron arrestados en Moscú y otras ciudades de la Unión Soviética.
F. Kapustin y P. G. Lazutin fueron condenados a muerte bajo falsas acusaciones de malversación del presupuesto del Estado soviético por "negocios no aprobados en Leningrado", lo que fue calificado de traición antisoviética.
[13] Alekséi Kosyguin, quien fuera posteriormente presidente del Consejo de Ministros, sobrevivió, pero su carrera política se vio obstaculizada durante algún tiempo.