[4][5][6][7] Diversos autores han señalado las correspondencias entre tasas de innovación macroevolutiva y patrones ecológicos.
En este punto del experimento, el bitorax no es innato; es inducido por un ambiente inusual.
Waddington luego seleccionó repetidamente a Drosophila para el fenotipo bitorax durante unas 20 generaciones.
Se presume que el fenotipo, como las alas sin venas transversales (cross-veinless), es causado por una combinación de múltiples genes.
El fenotipo aparece cuando la suma de los efectos de los genes excede un umbral; si ese umbral se reduce mediante una perturbación, como un choque térmico, es más probable que se observe el fenotipo.
[4] Los biólogos evolutivos Theodosius Dobzhansky y Ernst Mayr pensaron que Waddington estaba utilizando la asimilación genética para apoyar la llamada herencia lamarckiana.
[15] Waddington interpretó sus resultados de una manera neodarwiniana, haciendo énfasis en que sus hallazgos «podrían ofrecer poco consuelo a quienes deseen creer que las influencias ambientales tienden a producir cambios heredables en la dirección de la adaptación».
[21] El modelado matemático sugiere que, bajo ciertas circunstancias, la selección natural favorece la evolución de la canalización diseñada para fallar bajo condiciones extremas.
[22][23] Si el resultado de tal fallo es favorecido por la selección natural, ocurre la asimilación genética.
En la década de 1960, Waddington y su colega el genetista animal J. M. Rendel argumentaron sobre la importancia de la asimilación genética en la adaptación natural, como un medio para proporcionar variación nueva y potencialmente beneficiosa a las poblaciones bajo estrés, permitiéndoles evolucionar rápidamente.
[27] Se han documentado varios casos de asimilación genética que contribuyen a la selección natural en la naturaleza.
En un segundo paso, la piel se habría vuelto capaz de formar callos por inducción embriológica (inductor interno).