Alejandro ascendió al trono de su país en 1889,[1] lo que no puso fin a los continuos conflictos entre su padre y su madre.[4] A comienzos de 1900, Alejandro prometió casarse con una princesa europea ese mismo año; la sucesión se había convertido para entonces en un problema gubernamental.[8] El rey intentó acercarse a los Radicales, que contaban con firme apoyo ruso, pero esto no sirvió para acabar con la oposición; carente de la habilidad de su padre para gestionar la política interior, se enfrentaba a una crisis política creciente.[16] Por otro lado, las relaciones con los vecinos Montenegro y con Bulgaria eran malas, debido a la permanente disputa por el control de Macedonia.[16] El régimen del rey Alejandro era cada vez más impopular en todas las clases sociales.[22] Los oficiales hallaron finalmente la cámara secreta donde se escondían Alejandro y Draga, que la abandonaron tras serles garantizada su seguridad; inmediatamente, los conspiradores los cosieron a balazos.[3] El poder gubernamental quedó en manos del soberano, con un primer ministro que no había podido elegir a los ministros de su Gobierno, una Administración purgada de Radicales, una prensa censurada y unas Cortes controladas por la policía del régimen real.[5] Tras varias gestiones en las cortes europeas en los últimos años del siglo, Alejandro prometió a comienzos de 1900 casarse con una princesa europea ese mismo año.[5] La candidata respaldada por Austria-Hungría y Alemania, la princesa Alejandra von Schaumburg-Lippe, propuesta por los austrohúngaros en marzo de 1900, pareció recibir la aprobación de Alejandro,[30] que encargó en junio a su padre realizar las gestiones necesarias para organizar la boda.[31] Esta debía cimentar la alianza serbo-austrohúngara y perpetuar el control político de Milan.[29] Atraído por ella, permitió el regreso de Natalia a Serbia en 1895 y, aunque las intromisiones de su madre hicieron que esta se volviese a exiliar en junio de 1897, Draga regresó en el otoño al país, ya como amante del rey, conocida como tal por toda la alta sociedad del país.[35] Draga atrajo a Alejandro —fingiendo para ello incluso tres embarazos— y logró su promesa de matrimonio.[7] Milan renunció a su puesto como comandante en jefe del Ejército en protesta por los planes de su hijo.[39] El rey trató de acercarse a los Radicales, que contaban con firme apoyo ruso, pero esto no sirvió para acabar con la oposición.[47] Draga, que volvió a fingir embarazos el año siguiente, había engañado de Alejandro y la noticia de que no habría heredero avivó el rechazo popular hacia la soberana.[10] El nuevo Parlamento albergó intensas sesiones con duras críticas de la oposición a la situación del país y al rey, que este no aceptó.[11] Los Radicales, deseosos de acaparar el poder tras su gran victoria electoral, comenzaron a alejarse del rey, al que empezaron a culpar de la grave crisis económica del país.[53] Por otro lado, las relaciones con Montenegro[54][nota 5] y con Bulgaria eran malas, debido a la permanente disputa por el control de Macedonia.[57][nota 7] El régimen del rey Alejandro era cada vez más impopular en todas las clases sociales.[58] Los civiles tampoco tenían un programa completamente definido; algunos de ellos eran antiguos colaboradores del rey.[58] Mientras los oficiales preparaban el plan para eliminar a la pareja real, los civiles se preocuparon de buscar un sustituto al rey.acentuaron la oposición a Alejandro y aumentaron el número de partidarios del golpe.[62] Los últimos días de mayo, los rumores sobre la conspiración contra el matrimonio real eran tan intensos que este sólo se sentía seguro en palacio.[64] El teniente de la guardia Petar Živković se ofreció a abrirles las puertas del palacio.[69] Esa noche se había celebrado una cena y concierto en palacio y el ministro de la Guerra había recibido una carta sobre el inminente ataque, que no llegó a leer.[71] Los oficiales forzaron al ayudante del rey, Lazar Petrović, a llamarlo para hacerle creer que el golpe había fracasado y pudiera abandonar su escondite.[74][75] Antes de salir, el rey preguntó si podía contar con la lealtad de sus oficiales, que estos confirmaron para, a continuación, coserlo y matarlo a balazos nada más salir del escondite.[74] Petrović, que había ocultado un arma y trató de defender al monarca, cayó muerto también.[74] La reina, que se abalanzó sobre Alejandro para tratar de protegerlo, recibió dieciocho balazos; el rey, treinta.[18] La mayoría defendía una vuelta a la dinastía Karađorđević, aunque una minoría abogaba por la creación de una república, algo inaceptable para Austria-Hungría y Rusia, por lo que se optó finalmente por llamar[50] a Pedro I de Serbia.
Dragutin Dimitrijević
«Apis», uno de los principales oficiales confabulados contra Alejandro.
La iglesia de San Marcos en Belgrado, donde los golpistas enterraron a los monarcas asesinados.