Desde hacía ya unos años, las condiciones de salud del soberano, que nunca habían sido buenas, empeoraban peligrosamente.
En realidad, lo que estaba en juego era el control de la Monarquía Española con sus dominios en Europa y las Indias.
El ducado de Saboya se encontraba entre Francia y el Ducado de Milán, territorio español, y constituía, por tanto, un corredor militar natural que conectaba a ambos aliados, por lo cual Luis XIV casi obligó al duque Víctor Amadeo II a una alianza con los franco-españoles.
El sol era el símbolo de Luis XIV y este hecho animó sobremanera a las tropas defensoras, que se imaginaron una fácil victoria.
Aquello que para Vauban era un peligroso cavillo delle mine se reveló de hecho como fatal.
Por su parte los asediados, apoyados por la población (que participó directamente en la batalla), infligieron numerosas bajas al ejército enemigo.
Luis XIV había dado órdenes de no poner en peligro la vida del soberano enemigo, pero este rehusó incluso comunicar la ubicación de sus apartamentos a fin de que no fuesen bombardeados: «Il mio alloggio è là dove la battaglia è più furiosa» («Mi alojamiento es allá donde la batalla es más furiosa»), habría sido su respuesta.
La ciudad fue dejada bajo la dirección del general austríaco Wirich Philipp von Daun.
El principal objetivo de los franceses fue dar con una entrada a la fortaleza que les permitiese penetrar en masa.
Cuando todo parecía ya perdido, los asediados la hicieron explotar sepultando a sus enemigos.
En este punto sucede el célebre episodio de Pietro Micca, que sacrificó su propia vida para frenar el enésimo ataque francés a las galerías subterráneas.
El ataque sobre este lado fue particularmente sangriento, y sólo al cuarto intento los prusianos consiguieron romper la resistencia francesa.
En particular el regimiento de La Marine, que defendía el extremo derecho francés, se encontró sin más municiones en medio del ataque decisivo y, sin refuerzos ni provisiones, se dio a la fuga.
La caballería imperial fue reorganizada por el príncipe Eugenio para aniquilar definitivamente a la adversaria, ataque en el cual participó Víctor Amadeo II.
En los días siguientes, casi 7.700 franceses cayeron todavía en los enfrentamientos con los saboyanos o a causa de las heridas.
Para recordar siempre la batalla, un futuro barrio turinés fue bautizado con el nombre de Borgo Vittoria.