Con Joaquim Sunyer, en 1929 viajó a París donde conoció tanto las tendencias vanguardistas en la pintura, como del teatro que cultivaban Sacha Guitry y Georges Pitoëff.
Ambos le influyeron tanto, que desde ese momento hasta su muerte se dedicó inseparablemente a las dos artes.
Así, en 1930 dirigió su primera obra teatral, L'Orfeu de Jean Cocteau, que se estrenó en el Casino Prado con Josep Mirabent i Magrans, Maria Dolors Bertran y Maria Planes como actores; poco después representaría otra obra de Cocteau, La voz humana.
Por otra parte, ese mismo año también realizó su primera exposición individual, en las «Galerías Arenas» de Barcelona.
En el año 2000, el Grupo de Estudios Sitges le dedicó una exposición monográfica, por la historiadora Isabel Coll i Mirabent.