La arquitectura románica en el Lacio y en Roma abarca un período de construcciones desde 1073 hasta 1227 y tiene sus características propias que la distinguen de las producciones románicas del resto de Italia.
Los elementos más originales son el uso de pórticos) unido a la disponibilidad de diversas clases de mármol que fueron usados para relacionar el elemento constructivo con el utilitario según las necesidades litúrgicas.
Durante el pontificado del Papa Pascual II (1099-1118) se dio un periodo de numerosas construcciones y reconstrucciones a partir de las viejas basílicas romanas.
Las iglesias romanas de fines del siglo XII tenían como base la planta basilical con hilos de columnas unidas por arcos, un presbiterio elevado y un solo ábside.
El uso nuevo que se daba a estas partes tomadas de otros edificios clásicos obligaba a una reelaboración y también a la imitación de tales estilos para que el conjunto fuera más unitario.