La primera presencia católica en China se remonta a la época del dominio mongol en el país, con las misiones franciscanas en el Gran Kanato de Mongolia que comenzaron en la segunda mitad del siglo XIII.
Entre ellos: Giovanni da Pian del Carpine, que llegó a Karakórum (1245-1247) y el flamenco Guillermo de Rubruck (1253-1255).
Habiendo estudiado el idioma local, comenzó a traducir el Nuevo Testamento y los Salmos.
Entre los conversos había un grupo de mercaderes armenios y alanos que comerciaban con la dinastía Yuan.
En 1312 llegaron tres obispos franciscanos más desde Roma para ayudar a Montecorvino, quien murió en 1328.