[4] La actividad misionera en el noroeste de México fue más tardía que en la región central del país.
Originalmente el territorio de la nueva diócesis era inmenso; incluía los actuales estados mexicanos de Durango, Sinaloa, Sonora y Chihuahua y partes de Coahuila y Zacatecas, así como California, Nuevo México en Estados Unidos; pero teóricamente su jurisdicción se extendía hasta Misisipi.
Entre ellos destacaba especialmente el obispo José Antonio Laureano de Zubiría y Escalante.
En 1896 se celebró el primer concilio provincial bajo la presidencia del arzobispo Santiago de Zubiría y Manzanera.
Su sucesor, Francisco de Paula Mendoza y Herrera, intentó en vano defender la ciudad episcopal de las tropas revolucionarias en 1913: primero fue encarcelado, luego exiliado a Estados Unidos, desde donde sólo pudo regresar al país en 1919.