Sus hojas son duras y puntiagudas, verdaderas agujas, dispuestas en densas rosetas apiñadas, como las espinas de un erizo, de ahí su nombre vulgar.
Las flores tienen un tallo largo que sobresale por encima del resto de la planta formando como un ramillete.
bigerrensis que, además de fisurícola, coloniza estos prados con frecuencia.
Crece en las cumbres, en zonas muy azotadas por el viento, sobre suelos silíceos.
Al parecer, fue Clusio el primer botánico que llamó a alguna de estas plumbagináceas “Armerius montanus...”[4] caespitosa: epíteto latíno que significa "cespitosa".