Ardarico fue un rey de los gépidos durante el siglo V.
Según Jordanes, el historiador del siglo VI, fue uno de los seguidores más fervientes de Atila, destacado por su lealtad y sabiduría, y al que Atila «apreciaba por encima de todos los demás generales».
Cuando Atila hizo otro intento de penetrar en Italia, sus tropas lograron conquistar Aquileia, Pavía y Milán.
Después del entierro de Atila, su hijo mayor, Elac, se alzó con el poder.
En 454 Ardarico, con sus aliados ostrogodos, se enfrentó a los hunos en la batalla de Nedao, obteniendo una victoria decisiva, y resultando muerto Elac.