Antonio Cruz Collado

[5]​ En esta etapa de formación el escultor trabaja con los materiales que le son propios: piedra, bronce, escayola, barro o madera.

Sin embargo no puede establecerse en Roma por no encontrar estudio disponible, pide autorización para hacerlo en Florencia donde sí lo hay y, una vez concedido, fija su residencia en la ciudad del Arno.

Aunque realizará desplazamientos por toda Italia y París (Víctor Guerrero Serrano.

436-437) donde, junto a Joaquín Valverde y Manuel Laviada, pondera el autor sus obras: «ellos por su obra y su juventud representan nuestro tiempo», o para recordar sus encuentros posteriores en Madrid (p. 439), en las tertulias del café Pombo (a las que Asturias denomina «Peñas») que Cruz Collado frecuentaba, según cita Juan Manuel Bonet en su libro Las vanguardias españolas.

[7]​Miguel Ángel Asturias dice, en 1930, en el mismo libro (apartado Glosas lejanas, Tres artistas y una exposición) «que la escultura de Cruz Collado es personalísima… El espíritu nos parece que no está supeditado a la forma.

También Juan Manuel Bonet nos habla de un libro que Cruz Collado regala al escritor Pérez Ferrero sobre Chirico, y que en su contraportada está escrito «Cruz Collado.

Esto ratifica que una parte al menos de dicho año estuvo en Francia.

Con respecto a la escultura de Duval, dos años más tarde González Ruano[11]​escribe en El Heraldo que dicha estatua había sido robada en París, siendo la única que fue esculpida de esa actriz.

En Florencia, cuya estancia duró, salvo desplazamientos esporádicos, unos seis años, tuvo relación con otros artistas como el ya mencionado Sicre o con Guido Peyron, del que se conserva un retrato en una colección particular con el nombre de «Retrato del escultor Cruz Collado».

Cuando estaba a punto de terminar la pensión, solicita le sea concedida una prórroga de seis meses para terminar los encargos que había recibido, petición que le es concedida aumentando así su estancia en el extranjero.

De esta etapa ítalo-francesa, según señalan diferentes autores, se trajo influencias de distintos artistas: así, Miguel Pérez Ferrero señala a Chirico y a Piero della Francesca, Cruz González encuentra una influencia clara de Modigliani, Ledesma Miranda ve una lucha del escultor entre Donatello y Libero Andreotti, aunque como nos cuenta de una conversación sostenida con el artista en su taller, que: Para Víctor Guerrero conoció a fondo tanto la estatuaria clásica-renacentista, así como la obra del Novecento (Arturo Martini) como de los cubistas (Henri Laurens y Alexander Archipenko) los cuales influenciaron notablemente en su obra escultórica.

En París estudia tanto la escultura arcaico-primitiva (Egipto, Mesopotamia y Grecia) a través de sus visitas al Louvre, como la escultura cubista y déco, cuyo influjo es más que evidente en toda su producción.

Esta obra, llamada Fuente de la muchacha que duerme resulta ganadora.

Como ya señalamos, Pérez Ferrero busca sus raíces también en Chirico y en Piero della Francesca.

[12]​ En el catálogo digital del Museo Reina Sofía aparece esta fuente como una reproducción que posee el Museo, junto con otras cuatro obras más del autor.

De vuelta a Madrid en 1932 y con el arquitecto García Mercadal, presentan al concurso para la realización del Monumento a Pablo Iglesias, un proyecto que quedó en el segundo lugar y que ganó Emiliano Barral.

Así mismo es nombrado Escultor-Restaurador de la recuperación del Tesoro Artístico Nacional (1941).

En España comienzan a celebrarse nuevas Exposiciones y Concursos de todo tipo que estaban suspendidos desde el año 1936.

En este mismo año opta por la Pensión de Arte que convoca la Fundación Juan March (Pensiones.pdf p. 525).

Citamos, por su importancia el monumento a Jeanne Duval, amante de Baudelaire, que realizó en París y hoy desgraciadamente desaparecido.

Con esas nuevas técnicas consiguió en 1934, ya en plena República Española, la primera medalla de Bellas Artes, también con carácter nacional.

También fueron compañeros y amigos Rafael Pellicer, José Frau, Vargas Ruiz, Demetrio Delgado, Germán Calvo, entre otros.

La obra del escultor Cruz Collado, quedó no sólo en sus monumentos en las calles y jardines de Madrid, y en ese espléndido remate en un edificio empresarial de la calle Princesa, sino también en otras ciudades como Gijón (Asturias), La Coruña (Galicia), Miranda de Ebro (Burgos), y Puertollano (Ciudad Real).

Lo que también dejó su semilla colectiva, por ejemplo la Piedad de San Martín en León, restaurada por él, y completamente dañada en un incendio fortuito, sale, una vez restaurada, en procesión de Semana Santa, todos los años en dicha ciudad.

Todas estas restauraciones, incluso otras imágenes como las de la Iglesia de San Sebastián en Madrid, configuran un arte religioso que indudablemente ayudó a paliar los destrozos causado por la guerra civil.

Antonio Cruz Collado
Antonio Cruz Collado
Busto Lucas Aguirre. Miguel Cruz Martín
Busto a Lucas Aguirre . Miguel Cruz Martín, padre del escultor Cruz Collado. 1900
Parque de Isabel la Católica, Gijón, Asturias
Desnudos. Medalla de oro de Bellas Artes1934 de Cruz Collado
Desnudo en piedra. 1953
Desnudo en piedra. 1953