Antonio W. Goldbrunner

Casi podría decirse que este hecho viene a constituir una especie de marca del destino, ya que el campo profesional que escogió en su juventud lo llevó a participar tanto en la Guerra Civil española como en la Segunda Guerra Mundial y después, tanto en las fuerzas militares norteamericanas de ocupación en Alemania (en Múnich, en Berlín y en Stuttgart) entre 1945 y 1948, como en España de 1949 a 1950.

Así, desde muy temprana edad, siempre sintió un gran amor por la naturaleza lo que le hizo soñar con ver y recorrer el mundo.

Poco tiempo después, y para ayudar a pagar sus estudios universitarios, encontró un trabajo en la Sección de Precipitación de la Oficina Hidrográfica Bávara (Bayerische Landstelle für Gewásserkunde) cuyo trabajo se desarrolla en la cuenca superior del Danubio.

Sus estudios se vieron interrumpidos por dos años de servicio militar y por la Segunda Guerra Mundial.

Entre sus profesores de esta época, Goldbrunner recordaba a los meteorólogos H. von Ficker y H. Ertel, que influyeron positivamente en su obra posterior, el primero, en el propio campo de la Meteorología y el segundo en su formación didáctica, lo cual le sirvió después para desarrollar su innata vocación para la docencia: en sus últimos años solía expresar que siempre disfrutaba mucho las clases que impartía.

En Barcelona, Goldbrunner fue detenido nuevamente, esta vez por haber pasado a Suiza ilegalmente, aunque fue puesto en libertad poco tiempo después, en enero de 1949, por mediación del General Azcárraga, director del Centro Meteorológico Español, institución donde trabajó algo más de un año.

Antonio Goldbrunner (izq) presidiendo la representación Venezolana en el Congreso Meteorológico Mundial en Ginebra, en 1955. Al fondo está Antonio Goldbrunner, a su izquierda, el Coronel Miguel Vicente Véjar Gorrín, cofundador con Goldbrunner del Servicio de Meteorología de las FAV (Fuerzas Aéreas Venezolanas), y en primer plano está el Ing. J. M. Sánchez Carrillo, quien realizó una considerable obra en agrometeorología
Antonio Goldbrunner en 2004, cuando cumplía 90 años de vida y 54 años en Venezuela