Aunque se sintió atraído por el dibujo, tuvo que luchar con los deseos de su padre de que se dedicara al comercio y emigrara a América.
Finalmente logró convencer a su padre y se matriculó con doce años en la Escuela Gratuita de Dibujo, instituida en Barcelona por la Junta de Comercio en 1775.
Con dieciocho años empezó a trabajar con Francisco Bover en la realización de diversas estatuas en mármol para un jardín, trabajando para él dos años sin recibir salario alguno.
Cuando estaba dispuesto a salir para Roma con su pensión, surgió un imprevisto.
Trabajó prácticamente el resto de su vida en Roma y allí falleció.